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me dijo, es el célebre jardin de Hirám, una de las maravillas del desierto, el cual aparece de cuando en cuando á los viageros estraviados como tú, los divierte con la vista de sus torres, jardines y árboles cargados de frutos, y se desvanece al momento, dejando en su lugar una inmensa y árida soledad. En los tiempos antiguos, cuando este pais estaba habitado por los Additas, el rey Sheddah, hijo de Ad, biznieto de Noé, fundó en él una ciudad magnífica, y cuando estuvo concluida y vió su grandeza y hermosura, enchido de orgullo su corazon, resolvió levantar un palacio y unos jardines que igualasen á lo que refiere el Alcorán de las bellezas del paraiso. Pero su presuncion atrajo sobre él la maldicion del cielo: él y todo