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veía otra cosa que una soledad árida; y escabrosa. Las gentes adoptaron piadosamente la última opinion, y unos llamaban á aquel sitio la Locura del rey, y otros el Paraiso de los locos.

Para poner el colmo á las desgracias de Aben-Habuz, los vecinos, á quienes habia desafiado, insultado y deshecho á su placer cuando poseía el talisman, habiendo llegado á conocer que ya no se hallaba protegido por la mágia, invadieron por todos los puntos su territorio, de modo que el resto de la vida del mas pacífico de los monarcas fue una serie de guerras y disturbios.

En fin, Aben-Habuz murió, y hace algunos siglos que está enterrado; y sobre la colina venturosa se edificó mas adelante la Alhambra,