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guro podeis estar vos de vuestro hijo como yo de mi cabeza. ¿Creeis que un hombre como yo habia de ir á dar al príncipe lecciones de amor?»

Bajo la vigilante custodia del filósofo fue creciendo el príncipe, prisionero en aquellos jardines y palacio. Servíanle esclavos negros y mudos, de figura horrible, que ó no tenian ninguna noticia del amor, ó carecian de palabras para comunicarlas. Eben Bonabben trabajaba con teson en formar el entendimiento de su alumno, enriqueciéndole con toda suerte de conocimientos, y señaladamente con las ciencias abstractas de los egipcios; mas el príncipe hacia muy pocos progresos en estas últimas, y su Mentor se convenció muy pronto de que no se hallaba en él ninguna aptitud para la metafísica.