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con un buho de aspecto grave y presumido, cabeza voluminosa y ojos redondos y espantados. Este pasaba todo el dia dormitando en un agujero de la muralla, de donde no salia hasta la noche: picábase de sábio; de cuando en cuando dejaba escapar algunas voces campanudas sobre la astrología; hablaba de la luna, y daba á entender que no era del todo estraño á las ciencias ocultas; mas estaba furiosamente apasionado á la metafísica, y sus disertaciones eran aun mas intolerables que las del sábio Eben Bonabben.

Algunas veces tambien solia el príncipe comunicar con un murciélago, que pasaba el dia pegado á la pared en un rincon oscuro de la bóveda, y solo salia al anochecer para dar algunos paseos, por decirlo