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qué he de haber pasado los dias mas floridos de mi juventud, sin conocer la felicidad que puede proporcionar?»

El sábio Bonabben conoció sobradamente que ya era inútil toda reserva, puesto que el príncipe habia adquirido la ciencia prohibida. Le reveló pues las predicciones de los astrólogos; y le enteró de las precauciones que se habian tomado en su educacion para conjurar la tempestad que le amenazaba.

«Ahora, príncipe mio, añadió, teneis mi vida en vuestras manos. Si el rey vuestro padre llega á entender que bajo mi vigilancia habeis aprendido lo que es amor, perezco sin remedio; porque respondí con mi cabeza de vuestra completa ignorancia en esta materia.»

Era el príncipe mas razonable de