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los dias que se siguieron á la partida de su mensagero, y cada mañana se prometia verle antes de la noche; mas esperaba en vano. Ya comenzaba á acusarle de ingratitud, cuando á la caida de una hermosa tarde, vió al fiel palomo que llegó volando á su habitacion y cayó muerto á sus pies. La flecha cruel de algun desapiadado cazador habia atravesado su pecho, y la pobre avecilla empleó toda la fuerza y vida que le quedaban en llegar al término de su viage y dejar cumplida su mision.

Inclinóse el príncipe lloroso sobre el cuerpo inanimado de aquel mártir de la fidelidad, cuando notó al rededor de su cuello una cadena de perlas, de la que pendia un retrato que estaba oculto bajo el ala, y representaba sobre esmalte una hermosa princesa