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quita, descollando por encima de los mas altos naranjos y cipreses; algunos dérvises y faquires, formaban diversos grupos sentados bajo los pórticos; y muchos devotos hacian sus abluciones en la fuente antes de entrar en la mezquita.

Al pie del árbol habia un numeroso concurso de gentes de todas clases, que segun parecia, estaban escuchando á una persona que hablaba con estraordinaria volubilidad. «Este es sin duda, dijo para sí el príncipe, el gran viagero que me dará noticias de mi princesa.» Mezclóse entre la multitud, y quedó sobremanera sorprendido al ver que el orador, en derredor del cual se reunia tan distinguido auditorio, era un papagayo de hermoso plumage verde, gesto remilgado y copete ergui-