Página:Cuentos de la Alhambra (1833).pdf/222

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mir á la mitad de la jornada, y hacia perder mucho tiempo con sus largas siestas. Ademas su manía de anticuario, era un nuevo motivo de retardo; porque se empeñaba en detenerse en todas las ruinas á fin de esplorarlas, y poseía un caudal de largas historias de todos los monumentos antiguos del pais, que no dejaba de referir á poca ocasion que se presentase. Tenia el príncipe creido que este pájaro y el papagayo, como personas instruidas que uno y otro eran, habian de avenirse muy bien; pero se engañó completamente, porque lejos de observar semejante armonía, casi siempre se estaban picoteando. El uno era un filósofo, y el otro un elegante: el papagayo citaba versos, hacia observaciones críticas sobre algunas obras