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lidad, son los únicos que pueden formarse una idea de su delicioso enagenamiento. Con todo no dejaba este de hallarse mezclado con alguna inquietud: aquel torneo, aquellos caballeros que se disponian á disputarle la posesion del objeto amado, no le permitian entregarse enteramente á la alegria. El clarin guerrero llenaba ya con su marcial sonido las frondosas riberas del Tajo, y por do quiera se encontraban paladines que acudian á las fiestas de Toledo, seguidos de numerosas y brillantes comitivas.

La misma estrella que precediera al destino de Ahmed habia influido en el de la princesa, la cual para precaverse de los males que el amor podia ocasionarle, debia permanecer encerrada en el solitario palacio has-