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mente la princesa, de una conducta tan insultante y grosera? Lleno de ansiedad envió á caza de noticias á sus dos confidentes alados. El papagayo corrió todas las encrucijadas y plazas públicas de Toledo, y volvió muy pronto con abundante provision de chismes. Toda la ciudad estaba consternada: á la princesa se la habian llevado sin sentido del pabellon; el torneo se habia concluido con el mayor desórden; todos hablaban de la repentina aparicion, de las prodigiosas hazañas, y de la desaparicion todavía mas prodigiosa del caballero musulman: quién decia que era sin duda algun moro mágico; quién opinaba que no podia ser otro sino un demonio en figura humana; al paso que muchos, recordando las tradiciones de los guerreros que per-