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neis en vuestra presencia á un árabe beduino, que ha pasado la mayor parte de su vida en las soledades del desierto. Notorio es que estas se hallan infestadas de toda suerte de demonios y espíritus malignos, que nos atormentan á los pobres pastores, cuando apacentamos nuestros ganados lejos de los pueblos; se entran en los cuerpos de las reses, y algunas veces comunican fiereza hasta al paciente camello. Para deshacer estos sortilegios, no empleamos otros medios que la música; y ciertas tonadas que se han trasmitido de generacion en generacion, ora cantadas, ora tocadas con el caramillo, tienen la virtud de ahuyentar aquellos malos espíritus. Yo pues pertenezco por dicha á una familia eminentemente dotada de