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nosotros. Apeamos en un meson, en donde se alojaba una compañía de fusileros, ocupada entonces en persecucion de los ladrones que infestaban la comarca; y como unos estrangeros de nuestra clase eran un objeto de admiracion en aquel pueblo estraviado, el huésped, ayudado de dos ó tres vecinos embozados en sus capas pardas, examinaba nuestros pasaportes en un rincon de la pieza, mientras un alguacil con su capita negra, tomaba apuntaciones á la débil luz de un farol. Unos pasaportes en lengua estrangera les daban mucha grima; mas acudió á su socorro nuestro escudero Sancho, y nos dió aun mayor importancia con la pomposa elocuencia de un español. Al mismo tiempo la distribucion de algunos cigarros nos ganó todos