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hombre sediento sueña arroyos y fuentes cristalinas, el que tiene hambre banquetes opíparos, y el pobre montes de oro escondido: no hay cosa mas rica que la imaginacion de un mendigo.

La última escena de nuestro viage que referiré, es la noche que pasamos en la pequeña ciudad de Loja, célebre plaza fronteriza en tiempo de los moros, y en cuyas murallas se estrelló el poder de Fernando. De esta fortaleza salió el viejo Aliatar, suegro de Boabdil, acompañado de su yerno para la desastrada espedicion, que acabó con la muerte del general y la prision del monarca. Está Loja en una situacion pintoresca en medio de un desfiladero que sigue las márgenes del Genil, circuida de rocas inaccesibles, bosque-