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la frondosa verdura de los valles.

Entre tanto que la parte baja de la ciudad desfallece abrasada por los rayos de un sol devorador, y mientras la hermosa vega se mira agostada por un ardor sofocante, las frescas brisas de Sierra-Nevada juguetean en las altas salas de la Alhambra, difundiendo por todo su recinto los suaves aromas de los jardines que la rodean. Todo convida allí á aquel reposo profundo que constituye el mayor recreo en los paises meridionales; los medio cerrados ojos distinguen por entre los sombríos balcones el risueño paisage, y se gozan en aquella vista deleitosa, hasta que halagados por el manso ruido de los árboles y el suave murmullo de las aguas, se quedan dulcemente dormidos.