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lidos y los habitantes de la aldea, todos los cuales miraban con el mayor respeto á la intendenta del palacio, la hacian la córte, y la participaban las noticias de la fortaleza y las novedades que corrian por Granada, cuando llegaban por casualidad á sus oidos. En estos corrillos de viejas he aprendido yo muchas veces hechos curiosos, que me han ilustrado mucho sobro las costumbres del pueblo español, instruyéndome en ciertas particularidades muy interesantes de los usos locales. Que se me perdone pues la relacion de estas sencillas diversiones, que tal vez parecerá insignificante á los que no conocen el embeleso que las daban á mis ojos los sitios en donde pasaban. Hallábame en un suelo encantado y rodeado de recuerdos roman-