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CUENTOS DE LA SELVA

—Está bien — dijo el oficial. — Entonces lo vamos a echar a pique a cañonazos.

—¡Echen! — contestaron los yacarés.

Y el bote regresó al buque.

Ahora bien, ese buque de color ratón era un buque de guerra, un acorazado con terribles cañones. El viejo yacaré sabio que había ido una vez hasta el mar, se acordó de repente, y apenas tuvo tiempo de gritar a los otros yacarés:

—¡Escóndanse bajo el agua! ¡Ligero! ¡Es un buque de guerra! ¡Cuidado! ¡Escóndanse!

Los yacarés desaparecieron en un instante bajo el agua, y nadaron hacia la orilla donde quedaron hundidos, con la nariz y los ojos únicamente fuera del agua. En ese mismo momento, del buque de guerra salió una gran nube blanca de humo, sonó un terrible estampido, y una enorme bala de cañón cayó en pleno dique, justo en el medio. Dos o tres troncos volaron hechos. pedazos, y en seguida cayó otra bala, y otra, y otra más, y cada una hacía saltar por el aire en astillas un pedazo de dique, hasta