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VI


Por lo pronto, el juez, así que salió del tráfago de ios primeros días, pensó en procesar bonitamente a Morcillo, por calumnia. Nunca nadie podría decir más oportuno (si Margot, la ideal Margot, fuese mujer al alcance del desdichado escribiente) aquello de... imposible la hais dejado para vos y para mí. Procesarlo y reventarlo con los rigores de la ley. Pensó después que los procesos por calumnia sólo se siguen a instancia de parte; pensó que estos castigos de los delitos que afectan a la honra son demasiado leves con relación al irreparable daño que causan, y resolvió — señorito él de los que bajo la apariencia delicada guardan músculos de hierro — prescindir de su personalidad jurídica, considerarse como novio nada más, y aplicarle rápida y expeditamente el correctivo.

Al efecto, le buscó una noche y le dió seis puñetazos y cuatro o cinco puntapiés... Luego, entre el acogotado contra la pared de la calleja y el indignado vengador, vinieron las explicaciones