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FIALHOD"*ATLMETDA

palaciega que dandineaba (1), haciendo la rueda a la corte de veraneo; raro y fino animal que el español andaba exhibiendo, apreciando, explotando, ofrecien- do, cínicamente, interesadamente, como en un bazar asiático de esclavas... En el espanto en que me ha- bía quedado, ni encontré una buena palabra que de- cir al mayorazgo. ¿Cómo? Entonces era la condesa, aquel impudor de raza, aquel alegre vicio vestido en los magasins du Louvre, llena de actitudes a lo Ro- bida, con elasticidades de zebra, tan provocativa fumando en las frescas mañanas de playa, entre las risueñas banalidaues de la alta gomosería,tan desca- radamente distinguida y fina y espiritual como una parisiense de Duez; era ella la esposa de semejante palurdo? ¡Qué gaucherie de comienzo, realmente!... Y me infundía escarnio tan despreciable origen... Una mayorazga de provincia con crías de conejos y ristras de chorizos en las chimeneas de la finca... Sin- gular cosa es como ellas cursan de repente la alta escuela del guartier Breda (2), con una canallería tan chic y sin haber salido ni un palmo de tierra alemte-

(1 No temo emplear este galobritanismo (de dandy, elegante, to dandy, elegantizarse, se dandiner, en francés, pavonearse, que ya he empleado otras veces. Fialho escribe que dandynava, que hacía el dandy, pero yo apareo esta significación con la de se dandiner, menearse, pavonearse, que completa todo el senti- do del verbo en esta frase a la cual quiere dar Fialho tanta plasticidad.—N. del T.

(2) El Barrio de Breda, en Paris, centro de distinción. Fialho usa voluntariamente aquí, en estos párrafos, múltiples galicis- mos y giros [ranceses para dar la sensación de la mujer elegan- te.—/N. del T.

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