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DAVID COPPERFIELD.

empezamos á envejecer y que no tenemos la suerte de haber sido desgraciadas por nuestros méritos personales.

— Sin duda, replicó miss Murdstone, que no aceptó gustosa semejante cumplido... Ciertamente que sí, diré como vos, que hubiera sido mejor y mas feliz para mi hermano no celebrar nunca semejante enlace : esa es mi opinion.

— Ya lo creo, dijo mi tia, que llamó, y añadió dirigiéndose á su criada :

— Juana, presenta mis respetos á Mr. Dick y ruégale que baje.

Hasta que bajó Mr. Dick mi tia no abrió la boca y permaneció mirando á la pared : así que entró en la sala Mr. Dick, mi tia se volvió y le presentó oficialmente.

— Mr. Dick... un antiguo é íntimo amigo, cuento con su opinion, prosiguió mi tia con énfasis, para advertir al pobre hombre, que se mordia el dedo índice y empezaba sus gestos de loco.

Mr. Dick, advertido de aquella manera, sacó el dedo de la boca y se colocó en medio del grupo con una expresion de grave atencion.

Mi tia hizo un ademan á Mr. Murdstone para invitarle á hablar, y él empezó de este modo :

— Miss Trotwood, al recibir vuestra carta creí que me debia á mí mismo, quizás tambien que debia á vos...

— Gracias, dijo mi tia mirándole con la misma desconfianza : gracias, no necesitais semejantes precauciones.

— He creido, lo repito, añadió Mr. Murdstone continuando su frase, que me debia á mí mismo, y que os debia quizás á vos tambien, traeros mi respuesta en persona, mejor que no escribirla. No he reparado en el trastorno del viaje; héme aquí. Ese desgraciado muchacho, que ha huido del lado de sus protectores y abandonado su trabajo...

— Y cuyo traje es hasta indecoroso, dijo miss Murdstone llamando la atencion sobre mi ropa.

— Juana Murdstone, exclamó su hermano, haced el favor de no interrumpirme... Ese desgraciado chico, miss Trotwood, ha sido causa de muchísimos disgustos de familia, ya durante la vida de mi querida Clara, ya despues de su muerte. Tiene un carácter sombrío, mohino, indócil, violento, intratable. Mi hermana y yo hemos hecho todo lo posible para corregirle sus vicios, pero sin resultado ninguno. He comprendido... hemos comprendido los dos, pues mi hermana tiene toda mi confianza, que era preciso haceros esta séria y tranquila declaracion.

— No creo necesario confirmar lo que mi hermano ha manifestado, dijo miss Murdstone, pero deseo observar que entre todos los chicos de este mundo no hay uno peor que este, sin disputa.

— Eso es demasiado, dijo mi tia.

— Pues es la pura verdad, añadió miss Murdstone.

— ¡Ah! murmuró mi tia. ¿Y bien, señor mio?

El rostro de Mr. Murdstone se ponia cada vez mas sombrío á medida que miraba á mi tia.

— Creo conocer el medio mejor de dirigir la educacion de este niño; es una opinion fundada en el estudio que he hecho de su carácter tan difícil, y ademas en mis medios de fortuna. Soy responsable á mis ojos de esta opinion; obro en consecuencia y es inútil que hable mas. Habia colocado á este muchacho bajo la vigilancia de un amigo, en un comercio conveniente; y bien, parece que no le gusta; se escapa, atraviesa las carreteras como un vagabundo y llega aquí, lleno de harapos, para que le acojais, miss Trotwood. Deseo manifestaros lealmente las consecuencias exactas del apoyo que le dariais.

— Corriente; pero antes de seguir, dijo mi tia, hablemos de ese comercio conveniente : si hubiese sido vuestro propio hijo, le hubieseis colocado ahí mismo, supongo.

— Si hubiese sido el hijo de mi hermano, dijo miss Murdstone sin poder dejar de interrumpir, su carácter hubiera sido diferente por completo.

— ¿Y si su madre hubiese vivido, replicó mi tia, el pobre niño hubiera entrado tambien en ese comercio honroso?

— Creo, dijo Mr. Murdstone meneando la cabeza, que Clara no hubiera hecho ninguna objecion, una vez que mi hermana y yo hubiéramos estado acordes en el partido que se debia tomar.

Miss Murdstone confirmó la declaracion de su hermano por un murmullo.

— ¡Ah! exclamó mi tia, ¡desgraciada mujer!

Aquí Mr. Dick hizo sonar el dinero que llevaba en su bolsillo, de tal modo, que mi tia le impuso silencio con una mirada severa antes de dirigir una pregunta á Mr. Murdstone.

— Mi sobrina tenia una renta vitalicia que ha debido cesar á su muerte.

— Sí, respondió Mr. Murdstone.

— Y la casa de mi sobrino, esa propiedad que