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DAVID COPPERFIELD.

El doctor Chillip encogió la cabeza entre los hombros un poco mas que de costumbre.

— La chiquitina, la recien nacida, repito, ¿qué tal está?

— Señora, replicó el doctor, creia que sabiais que no es una niña, sino un niño.

Mi tia no pronunció ni una silaba, pero cogiendo su sombrero por las cintas á manera de una honda, amenazó con él la cabeza del doctor, se lo encasquetó á través en la suya, salió y no volvió mas. Desapareció como una hada enojada, ó como uno de esos espíritus que estaba predestinado á ver, segun el rumor popular. Cham Peggoty pretendia haberse encontrado con ella á la puerta de la casa sin poder comprender claramente lo que le preguntara miss Betsey, que le aplicó un par de pescozones para aguzar su inteligencia. La tia del muchacho afirmó á la mañana siguiente que Cham tenia los carrillos como una amapola á consecuencia de la interrogacion de la buena señora.

Mi buena tia no volvió, no tal; yo me hallaba en mi cuna y mi madre en su cama. Miss Betsey Trotwood Copperfield, la sobrinita que mi tia habia esperado hasta las doce de la noche, permaneció en el limbo, en esa formidable region de donde yo llegaba y de donde provienen todos los viajeros de la vida: la luz del dia proyectó sus rayos en la mansion de la nada, y á sus reflejos mi ser dejó la inercia y vino á tomar puesto entre los mortales.


II
OBSERVO.

Mi madre y Peggoty son para mí los dos primeros seres que recuerda mi memoria en este cuadro retrospectivo; mi madre con sus hermosos cabellos y su esbelto talle; Peggoty que no tenia talle de ninguna clase, pero que poseia unos grandes ojos negros, unos mofletes muy colorados y unos brazos mas colorados aun. A veces me extraña cómo los pájaros no acuden á picotearlos con preferencia á las manzanas.

Se me figura estar viendo muy cerca de mí aquellas dos criaturas, bien agachándose para que pudiera solito echarme en sus brazos, ó poniéndose de rodillas mientras que yo iba de una a otra. Aun creo sentir la impresion de la mano que me alargaba Peggoty, aquella mano que la costura habia vuelto mas áspera que una lima.

Quizás sea un capricho de mi imaginacion al pensar que nuestra memoria puede ir mas allá de lo que se cree generalmente en lo pasado, así como tambien pienso que muchos niños está dotados de una facultad de observacion extraordinaria. Es mas; no se debe decir que la mayor parte de los hombres, que son notables respecto á este particular, han adquirido este don; antes por el contrario estarian mas bien dispuestos á perderlo, con tanta mas razon cuanto que estos mismos hombres conservan cierta lucidez de ideas y cierta predisposicion á ser felices, que es otra de las herencias de su infancia.

En todo caso, al juzgar por mí á los demas, lo hago por haber sido cuando niño sumamente observador, y hoy que soy hombre, recuerdo perfectamente mi vida de la infancia.

Veamos de qué mas me acuerdo. De mi casa con todos sus escondites. En el piso bajo se halla la cocina, cuya puerta da á un patio; en medio de este patio un palomar sin palomas; en un rincon la caseta del perro, por supuesto sin inquilino; ademas una porcion de aves de tamaño respetable, yendo y viniendo con aire fosco y amenazador, sobre todo un gallo subido en un madero que parecia fijar toda su atencion en mí cada vez que miraba á través de la ventana, — cosa que aun me hace temblar, pues el tal gallo no era nada bueno. — Unos cuantos pavos que caminaban con su aire derrengado y me perseguian alargando el pescuezo; ¡por de noche sueño con ellos, como el domador de fieras sueña con sus leones!

Hé aquí un pasillo tan largo que á mí se me figura que no tiene fin, y que va de la cocina á la puerta de la calle : en este corredor hay un cuarto oscuro que sirve para guardar trastos viejos ; así que es de noche paso muy de prisa por delante del tal cuarto, pues no sé á ciencia cierta lo que hay entre los viejos toneles y las cajas de té, á pesar que exhala un olor de jabon, pimienta, velas de sebo y café. Tambien hay dos salas, una de ellas pequeña, donde solemos pasar las veladas mi madre, Peggoty y yo, pues bueno es decir que Peggoty forma nuestra tertulia así que ha acabado sus quehaceres y se marcha todo el mundo; en seguida viene la sala principal, en la cual recibimos los do-