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DAVID COPPERFIELD
Ó
EL SOBRINO DE MI TIA


SEGUNDA PARTE
Recuerdos de mi Juventud.


I
LOS ÁNGELES BUENOS Y MALOS.

Me hallaba á la puerta de mi cuarto, disponién- dome á salir, al dia siguiente de aquella comida tan desgraciada que me habia dejado un dolor de cabeza muy grande, tan grande como mi arrepenti- miento, recordando vagamente la fecha de nuestra orgia y rechazándola lo mas lejos posible, euando vi á un mandadero, que con una carta en la mano, venia por mi escalera. Subia dos á dos los escalo- nes que le separaban aun de mi, y llegó jadeando, como si estuviese extenuado de correr.

- ¿Mr. Trotwood Copperfield?... tartamudeó el mandadero echandose mano al sombrero.

Vacilé en responder á estos nombres, lan turba- do estaba por la conviccion de que la carta prove- nia de Inés. Sin embargo, confesé ser Trotwood Copperfield.

El mandadero me creyó bajo palabra y me dijo que tenia la órden de esperar la respuesta. Le dejé solo en el pasillo y fui á encerrarme en mi cuarto, con una emocion nerviosa tan grande, que tuve que depositar un momento la carta encima de mi mesa, antes de resolverme á romper el sello.

Era un billete muy amistoso, no conteniendo ninguna alusion al estado en que me hallaba en el palco del teatro; cra lacónico y hé aqui su conte- nido :

«Mi querido Trotwood, hoy no saldré de casa y os esperaré si quereis venir à buscarme, no im- porta á qué hora, á casa de Mr. Waterbrook, el agente de negocios de mi padre, Ely-Place, Hol- born.

« Siempre vuestra afectisima,

» INÉS. »

Empleé tanto tiempo en escribir una respuesta que me agradara, que el mandadero de Inés pudo pensar lo que quiso, incluso que aprendia à eseri- bir. Empecé lo menos seis veees; ya comenzaba diciendo:

«Cómo podré yo, mi querida Inés, tener la es- peranza de borrar de vuestra mente, mi querida Inés, la impresion desagradable, ele...» ó bien: a Shakspeare ha hecho esta observacion, mi queri- da Inés, que es bien extraño que un hombre quiera introducir un enemigo en su garganta... Pero esta cita de Otelo me recordaba Markham, asi es que no la acabé. Traté tambien de rimar mis escusas... y no quedé mas satisfecho de mis versos