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DAVID COPPERFIELD.

gas noches de mi aislamiento, pero me acostumbré á él, lo mismo que al café claro de mistress Crupp, i sus espasmos que se curaba con sus pastillas de menta, ó quizás con algunas copas de aguardiente, á juzgar por la rapidez con que desaparecian mis botellas.

El dia de mi admision en el bufete, obsequié á mis colegas con unos sandwiches[1] y unas cuan- tas copas de Jerez. Por la noche fui al teatro á ver representar el Desconocido, famoso drama, imita- cion de Kotzebue[2] y que se diria compuesto expresamente para los abogados y procuradores del tribunal eclesiástico donde se litigan las causas de adulterio. Volvi á mi casa fuera de mi, á fuerza de emociones dramáticas. Mr. Spenlow se dignó de- cirme, en aquella circunstancia, que hubieran tenido un gran placer en verme en su casa de cam- po de Nerwood para celebrar nuestro contrato de union; pero su casa se hallaba un poco desarre- glada con los preparativos que se hacian en ella para el regreso de su hija que acababa su educa- cion en Paris : añadió que tendria el gusto de des- quitarse así que miss Spenlow se pusiese al frente de la casa. Sabia que se habia quedado viudo, con una hija única, y le agradecí sus políticas excusas.

Mr. Spenlow cumplió su palabra. Algunas se- manas despues me recordó el compromiso que habia contraido, y me invitó á que le hiciese el fa- vor de pasar en su compañia dos dias en su casa de campo, desde el sábado hasta el lunes.

- Os conduciré, me dijo, en mi faeton y luego volvereis en él.

Llegó el sábado y llevé al despacho mi saco de viaje, que fué admirado con una especie de vene- racion por los pasantes que estaban á sueldo y para quienes la casa de campo de Norwood era una es- pecie de santuario misterioso.

Uno de ellos me aseguró haber oido decir que Mr. Spenlow no usaba alli mas que vajilla de China, y otro que se bebia Champaña á todo pasto.

Mr. Tiffey, que era el primer pasante, habia ido varias veces á Norwood en el transeurso de su carrera, para someter algunos documentos judi- ciales al jefe, y habia podido penetrar en el co- medor.

Describia esta pieza como una habitacion sun- tuosa, donde pretendia haber bebido vino de Espa- ña de calidad superior.

Aquel memorable sábado teniamos una causa en el consistorio : tratábase de excomulgar á un panadero que habia hecho algunas objecciones res- pecto á una subasta de empedrado en una asam- blea parroquial.

Los autos eran tan voluminosos, que no os vi- mos libres sino muy tarde; no obstante, hicimos excomulgar al panadero durante seis semanas, y se le condenó á pagar una minuta de costas muy extensa.

Despues de lo cual, el procurador de dicho pa- nadero, el juez, los abogados,- todos parientes cercanos, - partieron de Lóndres juntamente; Mr. Spenlow y yo subimos en faeton.

Nada mas elegante que el faeton. Los caballos erguian el cuello y piafaban como si hubiesen tenido la conciencia de pertenecer al tribunal ecle- siástico.

Jueces, abogados y procuradores rivalizaban á la sazon en lujo, cosa que se echaba de ver en sus trenes, lo mismo que en el almidonado de sus cue- llos y corbatas.

Durante el trayecto de Lóndres i Norwood, que fué muy alegre, Mr. Spenlow me dió algunas ins- trucciones acerca de nuestra profesion.

- Es, me dijo, la mas noble del mundo, y n es preciso, en manera alguna, confundirla con la de procurador ó sollicitor; es otra cosa, infinitamente mas exclusiva, menos mecinica y mas lucrativa: componemos una clase de privilegiados; aunque dependemos de los procuradores para tener causas, estos pertenecen á una raza inferior.

- ¿Y qué especie de pleito os parece mas ven- tajoso? le pregunté.

- El mejor, me respondió, es quizás un buen proceso á propósito de un testamento que no está corriente en una sucesion de treinta á cuarenta mil libras esterlinas. En ese caso pueden prolongarse impunemente los procedimientos; se acumulan las deposiciones de los testigos, los gastos grandes y pequeños, las apelaciones al tribunal de los dele- gados, etc., etc.; pues la sucesion paga todo con creces. En fin, para acabar, no conozco profesion alguna que valga lo que la nuestra. Hace mucho tiempo que se habla de reformar el consistorio, el tribunal de los delegados y demas, pero esto seria hacer una revolucion en el pais.

  1. El sandwiche se compone de dos migas de pan cortadas iguales y delgadas, y en medio un pedacito de jamon con mostaza.
  2. Imitado en Francia tambien con el titulo de Misantrapia y Arrepentimiento.