Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/192

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

180
DAVID COPPERFIELD.

— Mr. Copperfield, tengo el gusto de presentaros mi hija.

Como no queria cometer un sacrilegio, ni cam- biar la constitucion de la vieja Inglaterra, me callé á todo cuanto me decia mi principal, y nos pusimos á hablar en seguida del Desconocido, del teatro en ge- neral, del tronco de caballos que tan de prisa nos llevaba, hasta que hubimos llegado á la casa.

El jardin era magnifico; aunque no pude admi- rarlo á los rayos de la luna, me pareció que el es- tado de su cultura no dejaba nada que desear; al verlo no pude menos de decir para mi interior:

- Aquí es, sin duda, donde miss Spenlow pasa sus horas de soledad.

Entramos en la casa que estaba perfectamente alumbrada, y atravesamos una antesala donde noté que habia toda clase de sombreros de hombre y mujer, de gabanes y capas, de látigos y bastones.

- ¿Dónde está miss Dora? preguntó Mr. Spen- low al criado.

- ¡Dora! dije para mí, ¡qué bonito nombre!

Pasamos á un salon-probablemente el come- dor donde Mr. Tiffey habia probado el vino de Es- paña, y oi una voz que decia:

- Mr. Copperfield, tengo el gusto de presenta- ros mi hija Dora y la amiga confidenta de ella.

Aquella voz era sin duda la de Mr. Spenlow, aum- que no podia asegurarlo positivamente, cosa que me importaba bien poco.

Ya era un hecho consumado; un momento habia bastado para determinar de mi porvenir : habia perdido mi libertad; á partir de aquel momento quedaba cautivo y me converitia en esclavo de Dora Spenlow, de quien me habia enamorado como un loco.

Dora no era para mi una criatura mortal, era una hada, una silfide, una divinidad.

Me precipité en el abismo de amor que se abria