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DAVID COPPERFIELD.

V
VISITO DE NUEVO LA CASA DE STEERFORTH.

Aquella mañana participé á Mr. Spenlow que necesitaba algunos dias de vacaciones. Como no recibia retribucion alguna y no podia hacer mal lercio á los intereses del implacable Mr. Jorkins, el permiso no ofreció ninguna dificultad. Aprove- ché aquella ocasion para preguntar por la salud de miss Spenlow; á mi voz temblorosa, á la turbacion de mi vista, Mr. Spenlow respondió, sin conmo- verse mas que si hubiese hablado de cualquiera otra persona, que me daba las gracias, y que su hija gozaba de una excelente salud.

Nosotros los pasantes que pagábamos, lejos de ser pagados, en nuestra calidad de jóvenes vástagos de la órden patricia de los proctors, estábamos trata- dos con tanta consideracion, que cra casi siempre dueño de mis acciones y de mi tiempo.

Como no queria, sin embargo, llegar á Highgatee antes de la una, pasé un rato muy agradable con Mr. Spenlow, examinando un nuevo juicio de ex- comunion.

Tratábase de una querella suscitada entre dos monaguillos, uno de los cuales estaba acusado de haber arrojado al otro una bomba; el volante de dicha bomba se introdujo en el patio de una es- cuela, y como dicha escuela estaba debajo del alero del tejado de una iglesia, el arrojamiento era un caso eclesiástico. Los detalles eran sumamente divertidos, y parti en el imperial de la diligencia de Highgate, despues de aquella diversion matinal.

Mistress Steerforth y Rosa Dartle se pusieron muy alegres al verme. No eché de menos la ausen- cia de Littimer, á quien sustituia en su servicio una criada con una papalina con lazos azules : su mirada era menos imponente y mas agradable que la del respetable servidor.

Pero lo que mas llamó mi atencion al cabo de media hora, fué la atenta vigilancia que miss Dartle cjercia sobre mi, y el modo socarron con que espiaba la fisonomia de Steerforth, comparándola con la mia, como si quisiese sorprender una expli- cacion entre ambos.

Cada vez que me volvia hicia su lado, veia sus grandes ojos negros fijos invariablemente en Steer- forth y en mi, pasando de repente de uno á otro, o examinando á ambos á la vez.

Lejos de disimular esta observacion de lice, euando veia que la miraba, me contenplaba en- lonces con una expresion mas pronmciada.

Por inocente qque estuviese y seguro de mi con- eiencia relativamente á no haber hecho nada de que pudiese sospechar miss Dartle, acabé por intimi- darme ante la ardiente llama de su extraña mi- rada.

Durante todo el dia, miss Rosa Dartle hizo lo. mismo. Si me hallaba hablando con Steerforth en su cuarto, oia el erujido de su vestido en el pasillo. Si tirábamos al florete en cl césped detris de la easa, la veia ir de una á otra ventana, como una estrella errante, hasta que se paraba alli donde po- dia espiar mejor.

Los cuatro fuimos á pasearnos al parque; apoyó su mano, ligera como un resorie, en mi brazo para detenerme á su lado, dejando que Steerforth y su madre se adelantasen hasta o oirnos, y entonces empezó á interrogarme en estos términos:

- Habeis estado mucho tiempo sin venir aqui ; ¿vuestra profesion es realmente tan seductora y os absorbe tanto, que no os deja ningun solaz? Lo pregunto, porque me agrada saber cuando iguoro alguna cosa.

Respondi que me gustaba bastante el estudio de derecho canónico; esto era verdad, pero no podia atribuirle tantos atractivos.

- Ah! dijo Rosa Dartle, me agrada saber eso, porque gusto de informarme bien, cuando me hallo en error. ¿Quercis decir quizás, que vuestra profesion es un poco árida?

Respondi que en efecto, era un poco árida.

- Ah! por eso os gusta distraeros, y aun dis- traeros de un modo excitante... no es esto? Es justo; ¿pero quizás es un poco por él? No digo que sea por vos.

Una mirada rápida á Steerforth, que nos prece- dia dando el brazo á su madre, me mostró que le designaba; pero, qué queria decir? No lo com- prendi, y ella debió conocerlo,

- Decidme, añadió miss Rosa, si las distraceio- nes de ese género... lo pregunto porque lo ignoro... ¿no le ocupan de una manera exclusiva? ¿ No es esa la causa de que cada vez sean mas raras sus visitas á su tierna y ciega... eh?