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DAVID COPPERFIELD.

Esto me hace recordar que mistress Crupp habia hecho dimision de todas sus funciones de ama de casa en mi habitacion, dando por pretesto que no queria tratar con cierta clase de gente, pero sin nombrar á nadie.

Viendo que yo hacia como sino la entendiese, se limitó á hacer toda clase de perrerias á Peggoly, sobre todo en las escaleras, con la esperanza de que se romperia un brazo ó una pierna.

Encontré que era sumamente incómodo vivir en aquel estado de sitio, pero lemia demasiado å mistress Crupp, para no tomar la cosa con calma.

Traddles consiguió. por fin hallárme, y aprove- chándose de mi simpatia de enamorado, me alabó y ensalzó su Sofia, que, segun él, poseia toda clase de virtudes, y hacia las veces de institutriz de una de sus hermanas, era la niñera de otra y doncella de la tercera.

Me dijo que Mr. Micawber se veia obligado á ocultarse con el seudónimo de Mortimer, pues sus acreedores no se habian satisfecho completamente con el embargo de sus muebles, ni con el de los de su pupilo Traddles.

Con este motivo, mi amigo venia á suplicarme que le acompañase juntamente con Peggoty á casa de un escribano que aquel mismo dia debia sacar å pública subasta la mesita redonda y el jarron de flores de Sofia.

Traddles temia que si el escribano le reconocia, le haria pagar á peso de oro aquellas dos cosas, y descaba que Peggoty o yo le dispensásemos el fa- vor de pujar los dos articulos.

Accedimos á lo que queria aquel pobre mucha- cho, que, habiendo conquistado así á un precio razonable el fuluro mobiliario de su casa, quiso llevar en sus brazos, desde Tottenham-Court- Road hasta Temple-Bar, el jarron de su querida Sofia.

Al volver á mi casa con Peggoty hice observar á esta que habian desaparecido de la escalera los lazos que lendia mistress Crupp, y hasta crei notar la huella de pasos recientes.

Ambos nos quedamos asombrados al ver abierta la puerta de mi saloncito y oir hablar en čl.

Mayor fué imi sorpresa al ver á mi tia y á Mr. Dick; mi tia sentada encima de una porcion de baules, con dos canarios delante de si y un gato encima de las rodillas, y Mr. Dick apoyado en una cometa gigantesca.

- Mi querida tia! exclamé, qué inesperado placer!

Nos abrazamos cordialmente, y mistress Crupp, que estaba alli ocupada en hacer té, se apresuró á decir que Mr. Copperfield seria sumamente feliz al recibir á su familia.

- Y vos, dijo mi tia á Peggoty, intimidada ante su aspecto imponente, qué tal estais?

- ¿ Recordais á mi tia, Peggoly? me apresuré á decirla.

- Por Dios, hijo mio, exclamó mi tia, no la deis ese nombre del mar del Sur. Si se ha casa- do y ha logrado desembarazarse de ese nombre, que es lo mejor que ha podido hacer, acordadle el beneficio del cambio. Veamos, ¿cómo os lla- mais, P?... preguntó mi tia sirviéndose solo de la inicial.

- Barkis, señora, respondió Peggoty haciendo una reverencia.

- A Dios gracias; ese siquiera es un nombre cristiano, dijo mi tia; ¿qué tal estais, Barkis?

Alentada por estas graciosas palabras y por la mano que le alargaban, mistress Barkis se adelantó y volvió á saludar.

- Parece que habeis envejecido desde que no nos hemos visto, dijo mi tia... Vaya una cosa que hicimos en aquel tiempo... David, aun otra taza de té.

- Tia mia, dije sirviéndola, no sigais sentada encima de un baul; permitidme que os ofrezca un sillon.

- Gracias, Trot, prefiero sentarme encima de mi propiedad...

Y dirigiéndose á mistress Crupp añadió :

- No teneis necesidad de incomodaros, señora, podeis retiraros.

Mistress Crupp quiso en vano seguir ofreciendo sus servicios; acabó por comprender en el tono seco de mi tia que haria mejor en marcharse.

- Dick, exclamó mi tia así que se hubo alejado mistress Crupp, ¿os acordais lo que decia un dia accrca de los parásitos y adoradores de la rique- za?... Pues bien, esa mujer pertenece á esa elase... Barkis, amiga mia, cuidad del té.

Fácil me era á mi, que conocia mi tia, adivinar que aquella venida repentina é inesperada encer- raba un motivo.

- ¿La habré ofendido? me preguntaba.

Y mi conciencia me acusaba de no haberla es crito con respectó de Dora.