Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/301

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

289
DAVID COPPERFIELD.

es un capricho, no es una idea sin fundamento... tengo necesidad formal de verla.

- Estoy seguro. No hay mas que escribirle y vendrá.

- ¿ Estais bien solo, David, cuando estais aba- jo? me dijo Dora á media voz, pasando su brazo alrededor de mi cuello.

-¿Cómo quereis que no esté solo, amada mia, cuando vuestro sillon está vacio?

- Vacio !.. Y os hago falta verdaderamente, David ? echais de menos á vuestra locuela de Dora?

- ¿Y á quién echaria de menos en el mundo, si no fuese á vos?

- ¡Oh! ; mi querido esposo, me siento tan ale- gre y tan triste á la vez!

Me abrazó tiernamente, sonrió, suspiró y me dijo :

- No; soy enteramente dichosa... Escribid á Inés y decidla que tengo absoluta necesidad de verla... Es todo lo que deseo.

- Salvo, restableceros.

- ¡Ay! David mio, algunas veces (ya sabeis que he sido siempre una tontuela)... ereo que no llegará nunca!

- No digais eso, Dora! no lo penseis siquiera, adorada mia.

- Lo intentaré, David... Pero soy tan feliz... ¡aunque mi maridito se encuentre tan solo delante del sillon vacio de su mujer-niña!..

Es de noche y continúo en el mismo sitio. Inés ha llegado; está con nosotros desde la ante-vispera por la noche.

Inés, mi tia y yo, hemos pasado el dia en la ha- bitacion de Dora, que no ha hablado mucho, pero ha estado alegre.

Ahora estamos solos los dos.

¿Por acaso, sé que mi mujer-niña me abando- nará pronto? Me lo han dicho; me lo habia dicho yo tambien á mí mismo, y sin embargo, no estoy seguro de que mi eorazon haya aceptado esta triste verdad.

No puedo creerlo por momentos, y hoy mismo, me he ocultado en un rincon varias veces, para dejar correr mis lágrimas.

He invocado al que lloró por la separacion de los vivos y los muerlos; he intentado resignarme, y no he podido alejar de mi alma la débil esperanza que me promete prolongar una existencia tan que- rida.

Las manos de Dora están enlazadas con las mias; su afectuoso modo de estrecharme los dedos, me descubre que mi amor es toda su vida y toda su fuerza... no debo desesperar completamente.

- David, escuchadme con atencion... Voy á deciros una cosa que hace mucho tiempo queria comunicaros. Tal vez la habreis pensado vos tambien! David, alma mia, temo que cra muy jóven...

Recliné mi cabeza sobre la almohada, al lado de la suya; me miró y siguió hablando pausadamen- te... Poco á poco, reconoci que hablaba de ella como si hubiese dejado de existir, y mi corazon se angustió.

- Temo que era muy jóven; no quiero decir solamente jóven por los años, sino por las ideas, por la experiencia, por todo. ¡Era una criatura tan inocente! ¿ No hubiese sido mejor que nos hubié- semos contentado con amarnos como se aman dos niños, para olvidarnos despues mútuamente, y nada mas? Empiezo á creer que no era buena para ser una esposa.

Me esforcé por contener mi llanto y respondí :

- ¡Querida Dora, erais ta buena para ser una casada, como yo para ser un marido!

- No sé... tal vez, David. Pero si hubiera sido lo que quiero decir, no os hubiesen faltado tantas cosas. Ademas, vos teneis muchos medios... y yo ninguno.

- Hemos sido muy felices, mujercita!

- Yo he sido muy feliz, si, muy feliz; pero á medida que los años hubiesen transcurrido, mi adorado David se habria cansado de su mujer-niña. Hubiese sido cada dia menos una compañera para él, y habria notado cada dia mas lo que faltaba en su casa. Ella no habria podido progresar... es mejor que las cosas estén como se hallan.

- ¡Dora! mi querida Dora, no hableis asi; cada palabra me parece un reproche!

- No, ni una sílaba de reproche, respondió be- sándome en la frente. Querido David, nunca ha- beis merecido reproches, y os amaba demasiado para dirigiros una sola palabra que se pareciese, formalmente... Era todo el mérito que tenia, salvo el de ser bonita... ó pareceros tal... ¿Está muy solo el salon, David?

- ¡Sí, muy solo!

- No lloreis... Está mi sillon?

- Siempre en el mismo sitio.

- ¡Oh! ¡cómo llora mi pobre David! ¡Chist,