Miss Murdstone tuvo la amabilidad de conducirme...
Ni Peggoty ni Mr. Murdstone se hallaban entonces en la sala.
— ¡Clara! dijo miss Murdstone, siempre con su voz grave.
— Todo está listo, mi querida Juana, respondió mi madre. Adios, David, te vas por tu bien. Adios, hijo mio. Estas vacaciones vendrás á casa, y espero que ya te habrás corregido.
— ¡Clara! repitió miss Murdstone.
— Ciertamente, mi querida Juana, dijo mi madre reteniéndome en sus brazos. Te perdono, hijo mio ; Dios te bendiga.
— ¡Clara! volvió á repetir miss Murdstone.
Miss Murdstone tuvo la amabilidad de conducirme hasta la verja del jardin, y me dijo que esperaba me arrepintiese antes de exponerme á tener un mal fin. Subí al coche, y el caballo se puso en marcha con ligereza.
Podiamos haber andado una media legua y ya estaba mi pañuelo bañado de lágrimas : de repente el tartanero paró su carricoche.
Al mirar qué pasaba, ¡cuál no fué mi sorpresa al ver á Peggoty salir de una cerca y subir á mi lado!
En fin, despues de abrazarme á su sabor me llenó los bolsillos de bollos y me dió un bolsillo... siempre sin hablar una palabra. Despues de otros cuantos abrazos finales, bajó al suelo y echó á