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DAVID COPPERFIELD.

— Peggoty, dijo cogiendo afectuosamente la mano de esta; mi querida Peggoty, ¿no quereis casaros?

— ¡Yo, señora ! respondió Peggoty asombrada, ¿que Dios me libre!

— Aun no, ¿no es verdad? dijo mi madre cariñosamente.

— ¡Jamás! exclamó Peggoty.

— No os separeis de mí, Peggoty, añadió mi madre, estrechándole la mano, permaneced á mi lado; no será por mucho tiempo, quizás. ¿Qué seria de mí sin vos?

— ¡Yo separarme de vos! exclamó Peggoty; no, por nada de este mundo. ¿Quién ha podido deciros semejante cosa? ¡vaya una idea!

Peggoty tenia la costumbre de tratar á mi madre de cuando en cuando como á una niña.

— Gracias, Peggoty, dijo mi madre.

— ¡Separarme de vos! prosiguió, ¡eso me seria imposible! Peggoty os seguiria... ¡Pues no faltaria otra cosa! No, no, repitió la jóven meneando la cabeza y cruzando los brazos, no hará nada. Eso no quiere decir que no habria quien se alegraria; pero no se les dará ese gusto. Que esperen. Quiero vivir á vuestro lado hasta que sea una vieja decrépita; cuando me vuelva demasiado sorda y ciega para servir de algo, entonces iré en busca de mi David y le suplicaré que me reciba.

— Y por mi parte, Peggoty, dije, seré feliz viéndoos y recibiéndoos como á una reina.

— ¡Que el cielo os bendiga, querido mio! exclamó Peggoty, bien sé cómo me recibireis. Y me besó á cuenta de su reconocimiento por mi futura hospitalidad. Despues de lo cual volvió á cubrirse el rostro con su delantal y se rió á cuenta de Mr. Barkis; luego sacó al niño de la cuna y se puso á hacerle fiestas encima de sus rodillas.

En fin, levantó la mesa, salió, volvió con un gorrito nuevo con su metro de cinta : la misma Peggoty de siempre.

Sentados al lado del fuego, compartimos tranquilamente. Les conté las crueldades de Mr. Creakle, y ellas me compadecieron. Les dije qué buen protector me habia echado en Steerforth, y Peggoty declaró que andaria diez leguas á pié por ir á verle. Cogí en mis brazos á mi hermanito así que se despertó, y le mecí con cariño. Cuando se durmió me acerqué á mi madre, como de costumbre, incliné mi cabeza en su hombro y sentí en mi frente la dulce impresion de sus hermosos cabellos... que comparé al ala de un ángel. ¡Ah! ¡qué feliz era! Sentado allí, contemplando el fuego y los giros de la llama, me hice la ilusion que jamás habia abandonado el hogar materno; soñé que Mr. y miss Murdstone solo eran figuras fantásticas que desaparecerian al apagarse el fuego, y que lo único que habia de real y verdadero en todos mis sueños, éramos mi madre, Peggoty y yo.

Peggoty zurcia una media á la claridad de las llamas.

— Pero ahora que me acuerdo, dijo Peggoty interrumpiendo sus eternos zurcidos para preguntarse de repente alguna cosa, ahora que recuerdo, ¿qué ha sido de la tia de David?

Mi madre en aquel momento se hallaba abstraida en alguna idea, y aquella pregunta vino á sacarla de su meditacion.

— ¿Por qué os acordais ahora de ella? le preguntó.

— No sé, señora; pero me preguntaba qué habrá sido de ella.

— Vamos, eres completamente tonta, Peggoty, replicó mi madre; cualquiera supondria que deseabais que viniese á vernos otra vez.

— ¡Que Dios nos libre! exclamó Peggoty.

— ¡Pues bien! entonces, dijo mi madre, á qué hablar de ella? Miss Betsey debe estar encerrada en su casa de campo á orillas del mar, y allí continuará; en todo caso no es probable que venga aun á incomodarnos.

— No es probable, murmuró Peggoty; pero me pregunto : ¿si no dejará algo á David si llegase á morir?

— Vamos, Peggoty, ¡qué cosas tan estúpidas teneis! ¿No recordais que el nacimiento de mi hijo fué para ella una especie de insulto personal?

— Supongo, añadió Peggoty, que no se hallará ahora muy bien dispuesta á perdonarle.

— ¿Y por qué? preguntó mi madre un tanto picada.

— Ahora que tiene otro hermano.

Mi madre se echó á llorar.

— ¿Cómo podeis hablar así? dijo. ¿Qué mal ha podido causaros ni á vos ni á nadie este pobre inocente que duerme en su cuna? ¡Qué de celos!... Mejor hariais en casaros con el tartanero. ¿Por qué no os casais con él?

— Eso os procuraria una felicidad demasiado grande, replicó Peggoty.

— Teneis un carácter infernal, Peggoty. Teneis