LUCILA DE GREGORIO LAVIÉ
a legisladores o personajes encumbrados de la política que ocu- pan cargos de importancia.
Nada hay que convenza más que un grupo numeroso de mujeres decididas y que saben lo que quieren. Desde luego que ahí está la dificultad que todas quieran lo mismo. Se que mu- -chos me darían la explicación con una de aquellas sentencias como la de Erasmo “la mujer es un animal amable que nunca tiene juicio del todo””. Los que conocen esta debilidad tienen mil ardides para provocar la división. Una vez conseguida, el intento queda malogrado. ¿Puede imaginarse por ejem- plo, las ventajas que traería una colaboración entre las amas de casa, para el mejoramiento de la vida doméstica?
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Vivimos un momento “¡e transición; ha pasado la etapa iteraria de los derechos de las mujeres. Las apasionantes dis- cusiones biológicas y sociológicas sobre el tema están agotadas. Aunque parezca mentira y los hombres no lo puedan concebir, as mujeres han enmudecido. Estamos en la etapa de las rea- izaciones.
Lentamente, sin violencias ni alardes se diversifica la ue- ividad femenina. La penetración aislada va cumpliéndose. Ca- da mujer que adquiere la conciencia de la hora es un indivi- duo más que concurre a un objetivo que nadie le marca. Cuan- do estos esfuerzos individuales se aúnen, se establecerá el equi- ibrio, actualmente roto. :
No hay problema que interese exclusivamente a las muje- res. Las leyes protectoras de la maternidad y las tareas prohi- bidas, velan por el futuro de la raza. Al superarse la etapa de la desigualdad de los derechos y abolirse la incapacidad, las mujeres ya no tienen que luchar por asuntos propios; la so- ciedad está tan interesada como ellas en sólucionarlos,
En este momento de transición hay que salvar el hogar.
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