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y Trayectoria de “la condición social de las mujeres argentinas


Los hombres tienen que decidirse a solucionar los problemas domésticos de las mujeres. Dotar al hogar de las comodidades necesarias es algo que atañe a las amas de casa, pero que favo- rece igualmente al marido y a los niños.

La obrera-madre, sufre en el taller, pensando en sus ni- ños, sin sol, en su única pieza y en el pobre bracero en que tendrá que cocinar, al regreso.

En un Congreso reciente realizado en Córdoba, vi hume- decer los ojos con ternura a rudos obreros al comentarles como luchan y sufren las madres-maestras que son legión en el país. El problema de la vivienda está encarado valientemente en el plan quinquenal. Pronto abremos andado la mitad del camino. Paralelamente los hombres y las mujeres argentinas tienen que hacer lo que ningún gobierno puede y es dar vida a los hoga- res en una unión más estrecha y menos exclusivista.

Los sociólogos humoristas, apuntan sus dardos para ridi- culizar el contraste de frivolidad en el vestir y la seriedad de los pensamientos. Ya pasó el peligro de la masculización del indumento que traía tan asustado a los caballeros. Se va en busca del equilibrio; se persigue la comprensión de los hom- bres. ¿Se acostumbrarán a ver muñecas que piensan? A todo lo bueno se acostumbra uno. Hasta hace poco, sólo feas es- tudiaban o trabajaban. Cuando todas estudien y trabajen no habrá más remedio. Los muchachos de hoy alientan a sus com- pañeras para que sigan sus estudios; los de antes obligaban a sus novias a retirarse de toda actividad porque su hombría se lo imponía.

La nueva conciencia tiene que formarse al unísono en los hombres y en las mujeres para que no se resienta la misión genésica y se cree la verdadera interdependencia necesaria para la armónica convivencia. -

La sorda resistencia masculina amontona aún obstáculos con solapado tesón y solo lo hace abiertamente en momentos decisivos ¡Qué reacios son nuestros hombres! ¡Dios solo sabe

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