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DE MADRID A NAPOLES

¡Ah! Chamounix no tiene más riqueza que el Mont-Blanc, ni otra industria que exibirlo á los ingleses. En cuanto á la denominacion de ingleses, comprende á todos los humanos que viajan por placer, aunque sean patagones ó kalmukos.

Los habitantes de Chamounix pasan el invierno labrando baratijas de madera, haciendo bastones como los que nosotros habíamos adquirido, engordando vacas, echando pienso á los mulos y esperando á que llegue el verano.

No bien llega el verano, Chamounix se llena de ingleses, y todos los habitantes del valle se convierten en guias, y todos los mulos hallan quien los alquile para subir á los montes, y las vacas dan leche y queso, y sus tiernas hijas se truecan en chuletas ó beefteack, y todas las manufacturas del invierno encuentran salida, y el oro inglés cae como el maná sobre la comarca...

En el Hotel Real de la Union, (único que ya quedaba abierto) nos recibieron con tanto agasajo y tan profundas cortesías, que temblamos por nuestra bolsa. Pero tambien es verdad que nunca nos hubiera sido tan grato dar un reino que tuviéramos, por un techo, una chimenea, una cama, un pedazo de pan y un vaso de vino, como en aquel momento en que no sabíamos qué nos agoviaba más, si el hambre ó el cansancio, si el frio ó la gana de dormir.—Poco tiempo despues nos convencimos de: que los que más teniamos era hambre

Conque hagamos alto por ahora en nuestra relacion, y dejemos ha- blar á los apuntes de mi libro de memorias, escritos con lapiz en los mismos sitios y en los mismos instantes á que hacen referencia.—Esto no podrá menos de prestar á veces mayor interés y movimiento á la presente obra.

Mi cartera de viaje dice así:

Chamounix.—Hôtel royal de I'Union.—16 de octubre de 1860.

Hénos en el Mont-Blanc, en la patria de la nieve, en el imperial alcázar del invierno.

La música de Linda resuena sin cesar en el fondo de mi alma.—Chamounix y Donizetti son dos nombres que no pueden separarse.

Quizás en este mismo instante (son las nueve de la noche) mis amigos de Madrid ven pintados estos sitios en los telones del teatro Real, y oyen las tiernas y graciosas melodías del sublime loco de Bérgamo, en las cuales se encierra toda la inocente poesia de los Alpes y de la afectuosa , raza que vive en ellos.

¡Donizetti! —Este nombre me lleva mucho más lejos. Llévame á Sier- ra-Nevada, á aquellos Alpes de Andalucía, donde pasé mi niñez, viendo á todas horas las nieves del Mulhacen y del Veleta perdidas en el azul del espacio; y donde arrullaron mi cuna los cantos de Lucia, de Linda y del