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DE MADRID A NAPOLES

Furioso, haciéndome soñar todo lo que despues me ha sucedido,sin exceptuar este viaje.

Pero ¿qué es mi pobre Mulhaden comparado con el Mont-Blanc?— Colocad sobre la cúspide de Sierra-Nevada otra sierra de 4,900 piés de elevacion, y tendreis la cumbre del Monte-Blanco.

Lo que si es verdaderamente delicioso es encontrarse, como 70 me encuentro, en una abrigada habitacion, al amor de una cariñosa chimenea, en frente de una humeante y regalada mesa en que no falta el confortante mosto, á la vista de una mullida cama, y al lado de una escogida biblioteca, y pensar al mismo tiempo en el frio que hará en este instante fuera del hotel, en lo próximos que se hallan los ventisqueros y las neveras, en el penoso camino que hemos traido para llegar hasta aquí, y en que por esa ventana se ve el Mont-Blanc desde su base hasta su cima.

¡Comprendo perfectamente que un hombre disgustado del mundo ó afligido por una profunda pena, se pasase todo un invierno en esta soledad, sin otro espectáculo que la nieve , fatigando su cuerpo durante el dia por esas heladas cumbres y viniendo á descansar á la noche en esta abrigada habitacion, donde tantas y tan buenas cosas podrian pensarse y escribirse!

Mas escuchemos...

Una larga detonacion, semejante á la de un trueno próximo, retumba sobre nuestras cabezas...

Es un alud que se desprende de lo alto, aumentando de volúmen en su camino, ó parliéndose en mil fragmentos, que vuelven á engrosarse y á dividirse...

¿En dónde caerá la avalancha? —, Ay de la cabaña , ay del puente, ay de los árboles que encuentren á su paso las colosales bolas de nieve!

Sirvan empero de garantía á nuestra tranquilidad los muchos años que llevan de existencia estos hoteles, sin que ningun alud haya caido sobre ellos, y durmamos confiadamente...

¿Por qué no? ¡Seguridades tan relativas como estas, nos hacen esperar todas las noches que despertaremos al otro dia!

La vida es siempre un combate, y la esperanza una temeridad...



Pero, antes de acostarnos, dirijamos por última vez una mirada, al través dle esos cristales, al bárbaro coloso que reina sobre toa Europa.

¡Hélo allí!—Ese titan no duerme nunca. Para él no llega jamás la noche.

Hélo allí coronado de su plácida aureola, vestido de su propia luz, resplandeciente y cándido en medio de las tinieblas, como las apariciones Jaminosas de los místicos.

¡Hélo allí inmóvil, silencioso, eterno!..

Verdaderamente, yo concibo todavía pudiera ser un poco mas alto.— La cumbre del Himalaya, sin ir á otro planeta, mide 28,000 piés de elevacion; es decir, casi doble estatura que el Mont-Blanc...—Y aun el mismo