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DE MADRID A NAPOLES

El pais es cada vez más árido, más melancólico. La nieve se ha derre- tido en las aplanadas lomas, descubriendo una tierra desnuda, estéril, muerta, que parece la momia de un mundo.

Despues de pasar por Baccano. donde mudamos tiro por penúltima vez, llegamos á un punto en que dominamos todas las colinas sucesivas, y en que se despliegan á nuestros ojos los redoblados rizos del terreno...

Allá se ven las montañas de la Sabina; allá Tiboli ; mucho más lejos Frascati... — ¡Qué nombres!

Estamos á cinco leguas de Roma... ,

¿Y Roma?

Roma se oculta todavía...

¡Oh,no!— -Héla allí!...

Hé allí la Cúpula de San Pedro, que surge detrás de una colina...

«¡Salud á Roma cristiana!» — es mi primer grito.

Nada mas se vé...; pero esa Cúpula lo dice todo. — Esa Cúpula es la corona de la Reina del mundo católico; es la gran Tiara que ciñe la fren- te de la Ciudad de San Pedro; es la IGLESIA que se nos aparece en el es- pacio para que no olvidemos que la Roma mística , la Metrópoli del Cato- licismo, el Templo de las Almas se eleva magestuoso sobre los hundidos alcázares de la Gentilidad.

Nosotros devoramos con la vista aquella gigantesca mole, bajo la cual se halla el Trono de los Papas; aquella obra prodigiosa, que hubiera bas- tado á la gloria artística de una civilizacion; aquella maravillosa creacion de Miguel Ángel, digna de coronar la Basílica que heredó la primacía urbis et orbis.

Y nada más vemos de Roma. — El resto de la Ciudad inmortal perma- nece oculto detrás de una árida cima.

La Cúpula de San Pedro parece suspendida en el aire; y es que las abiertas ventanas de la galería circular en que descansa la bóveda, se cor- responden de tal modo desde nuestro punto de vista , que percibimos la luz y el cielo al través de la calada rotonda.- -Nuestras miradas han pe- netrado ya, por consiguiente, en el interior de la Catedral Pontificia.

Esta aparicion dura algunos minutos. Al cabo de ellos , escóndese tambien la Cúpula detrás de un montecillo.

En cambio, empezamos á ver, á uno y otro lado del camino (el camino que seguimos en la antigua Via Cassia) , cimientos y escombros de villas ó quintas, cuyos últimos moradores murieron hace más de mil años.

Viniendo de la derecha , se nos acerca un dilatadísimo Acueducto, que al cabo empareja con la Via Cassia, á cuyo lado sigue paralelamente hácia Roma. — Es el Acueducto Trajano, llamado hoy Acqua Paula, que lleva todo un rio á la cumbre del Monte Janiculo.

A la izquierda pasamos cerca de una Aldea compuesta de pobres ca- bañas de pastores , llamada Isola. — Es todo lo que queda de la famosa Vetes, de la gran Ciudad etrusca; de la rival de Roma, á quien eclipsaba por su belleza y poderío.