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II
Al despertarse, Liliana sintió un vacío completo en el cerebro. No recordaba nada. Durante algunos minutos sus pupilas permanecieron fijas en la obscuridad de la alcoba, como buscando, en el horizonte reducido que la rodeaba, una imagen que la hiciese volver á la realidad.
Poco á poco sus ideas fueron acudiendo. Pensó en el entierro de su marido; pensó en lo que tenía necesidad de hacer al día siguiente; pensó también en las preocupaciones que la habían atormentado durante la mañana. Luego recordó su último ensueño y no pudo menos de sonreir: había soñado que una mujer joven y hermosa, disfrazada de paje,
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