rió tranquilante á los sesenta y tantos años, y en caso de un proceso, el médico está allí y aquí estoy yo... Pero un proceso mataría moralmente á la señora marquesa y le mataría á Ud. también en la opinión general, pues todo el mundo seguiría hablando de Uds. con reticencias odiosas, aun después de la sentencia favorable de la Justicia. Ud. conoce la crueldad hipócrita con que la sociedad trata á los enamorados. Usted sabe que para las grandes damas que duermen con sus lacayos, y aun con sus perros, el mal no está en ser viciosas, sino en amarse públicamente. La señora que vino á verme, tiene varios amantes; pero Ud. la hubiera oído hablar, la habría tomado por una abadesa de carmelitas: «¡Qué escándalo —decía en tono fiero—, qué escándalo! ¡Una mujer que perteneció á nuestra clase, hoy amancebada con un periodista inmoral! ¡Es necesario acusarles como envenenadores, porque lo son, lo son; todo el
Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/73
Apariencia