Página:Dellepiane Dos patricias ilustres.djvu/173

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le conviene, ¿qué razón habría, qué magistrado prudente podría compelerla y estrecharla a que dé su consentimiento ? ¿ Pues qué? No hay más, sino porque una joven incauta e inexperta se dejó envolver en los lazos de un pretendiente astuto y artificioso, por eso han de convenir los padres, quieran que no quieran, en que se case, y el inte- resado pretendiente entre a manejar su candal, para que se regale y viva, y los nietos perezcan, si no fuese la misma hija. ¿Qué padre habrá que mire esto con indiferencia? ¿ Cómo podrá darse superior cristiano que esto autorice, y que com- pulse a los padres a que condesciendan en su rui- na, y en la de toda su posteridad, o a lo menos a que callen? ¿ Cómo han de callar con un sacrificio de esta naturaleza y tormento continuo ? No es posible.

Diráse que la Iglesia, nuestra común madre, así lo quiere por el bien del alma, que es primero que el del cuerpo. No hay duda que debe ser prime- ro porque es parte más noble el alma que el cuerpo; aquélla es inmortal y éste perecedero. ¿Pero qué? Entre todos los hombres del mundo, ¿sólo Thompson agrada a la hija de la exponente ? ¿Sólo él puede hacerle familiar? ¿Sólo con él