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á una nueva que no es producida por cataclismos ciegos—la transformacion del mundo por el injenio humano—Vivimos en esta América los dias maravillosos de otro Génesis,—y será contado enlre ellos el dia en que se vió por vez primera á la Locomotora partir desde el majestuoso Estuario del Plata, ajitando sus alas de relámpago y volando sobre rieles de acero, para detener despues de breves horas su carrera vertijinosa, en el centro del continente y á la falda del Anconquija.

Subiremos luego la montaña y espaciando las miradas por los horizontes luminosos, divisaremos desde las escelsas cumbres los nuevos destinos de estas rejiones.

El primero y grande esfuerzo está realizado.—La Locomotora se encuentra al pié de los Andes.—Los Andes están en la América para atestiguar nuestros grandes hechos. Cuando queremos contar la epopeya de la guerra decimos:—Transpusimos con San Martin los Andes.—No ejecutamos ya otras hazañas sino las del trabajo creador y pacifico; pero no daremos por terminada la tarea, sino cuando podamos tambien decir: —«Hé ahi el úllimo canto de la nueva epopeya.—Las ramificaciones de los Andes no nos han detenido y tendemos el último riel de fierro al frente de la frontera boliviana.—Hemos luchado con el coloso mismo; y este ha inclinado de nuevo "la árdua frente para que pase otra vez el vencedor.—Hé ahí á la locomotora triunfante, cambiando la geografía del continente y ligando el Océano Atlántico al Océano Pacifico."

Pero detengámonos en esta jornada del gran camino—Hé ahí la Ciudad del Tucuman—y quiero presentarla á los recien venidos.