Página:Discurso sobre el origen y los fundamentos.djvu/178

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uno hace casi siempre la prosperidad del otro: pero lo que hay mas horroroso aun, es que las calamidades públicas forman el anhelo y la esperanza de una multitud de particulares. Los unos desean las enfermedades, los otros la mortandad, los otros la guerra, y los otros el hambre; he visto hombres tan perversos que llorában de dolor al aspecto de un año fertil, y el grande y funesto incendio de Londres, que contó la vi a y los bienes á tantos des raciados, hizo, puede ser, la fortuna á mas ü diez mi] personas. Yo sé que Montaine vitupera al ateniense Démades por haber hecho castigar á un obrero que ganaba mucho, vendiendo muy caros los feretros, con la muerte de los ciudadanos; mas la razon que alega Montaigne, siendo que en tal caso seria necesario castigar á todo el mundo, es evidente que ella confirma las mias. Que penetren desde luego, por en medio de nuestras frivolas demostraciones de benevolencia, lo que pasa en el fondo de los corazones, y que se reflexione acerca de lo que debe ser un estado de cosas, en dondo todos los hombres están obligados á acariciarse y á destruirse mutuamente, y en el cual nacen enemigos por deber, y falaces por interes; si se me responde que la sociedad se halla constituida de tal manera que cada hombre gana sirviendo á los otros, replicaré que esto seria muy bueno sino anase mas aun en hacerles daño. No hay utilidad por legítima que sea que no se halle sobrepujada por la que se puede hacer ilegítimamente, y el mal hecho al próximo es en todos tiempos mas lucrativo que los servicios.