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Página:Dois Discursos (Vargas, 1940).pdf/61

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rosa, sin que tengamos que temer, y sin dar a otras naciones motivos de recelo. Los brasileños pueden continuar entregados a sus actividades, con la seguridad absoluta de que el Gobierno mantendrá el órden, asegurando la tranquilidad necesaria al trabajo, velando por el desenvolvimiento de las fuentes productoras y firmeza del comercio.

Vivimos en un Continente donde la civilización es aun muy joven y donde la lucha más árdua y tenáz consiste en el aprovechamiento de los fabulosos recursos que la naturaleza nos brinda. Acostumbrados a cultivar la paz como emblema, en nuestras relaciones internacionales, continuaremos fieles al ideal de consolidar, cada vez más, la unión de los pueblos americanos. Somos solidarios con ellos para la defensa comun ante amenazas o intromisiones extrañas, siendo necesario, por eso mismo, abstenernos de intervenir en luchas desencadenadas fuera del Continente. Y esa unión, esa solidariedad, para ser imperturbable y permanente debe apoyarse en el mútuo respeto de las soberanías nacionales y en la libertad de podermos orga-

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