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D. FRANCISCO FERNÁNDEZ DE LA CUEVA


II.


ANTES DE LA BATALLA.


D. Francisco Fernández de la Cueva, octavo duque de Alburquerque, pertenecía por su cuna á la más encumbrada nobleza española, y á una familia que se había distinguido siempre por su valor, caballerosidad y pericia militar [1]. Nació en Barcelona el año de 1619. Todos sus ascendientes, desde el célebre D. Beltrán de la Cueva, habían desempeñado con aplauso y gloria elevados cargos en la milicia, en los Consejos ó en la diplomacia.

Su palacio contenía, por este motivo, numerosa y escogida armería [2], no sólo de armas propias de los señores de la casa y de sus vasallos y servidores, sino también de trofeos adquiridos en los campos de batalla en las guerras con los moros de España, con los rebeldes de Alemania ó con los ejércitos franceses. Muchas debían ser las conservadas en el antiguo castillo de Cuéllar, poco antes de comenzar nuestro protagonista su vida militar, cuando en 16 de Abril de 1637 recibió el duque una carta del Rey [3] pidiéndole «todas las pistolas, carabinas, arne-

  1. Era hijo de D. Francisco Fernández de la Cueva, séptimo duque de Alburquerque, embajador en Roma, virrey de Sicilia y Cataluña, de los Consejos de Estado y Guerra de Felipe IV, y presidente del Consejo de Aragón; y de Doña Ana Enríquez de Mendoza, hija á su vez del almirante de Castilla D. Luis Enriquez y de la duquesa Doña Victoria Colona.
  2. Véase el Inventario del mobiliario, alhajas, ropas, armería y otros efectos del Excelentísimo Sr. D. Beltrán de la Cueva, tercer duque de Alburquerque, hecho en el año 1560.— Madrid, Hernando, 1883, publicado por el autor de esta impugnación, asi como el Bosquejo biográfico de D. Beltrán de la Cueva, primer duque del mismo titulo.— Madrid, 1881.
  3. Dice así: «El Rey.— Duque de Alburquerque, primo: Los avisos de las prevenciones que se hacen en Francia para recobrar los puestos que en la provincia de Labort han ocupado mis armas y inquietar las provincias confinantes á ella, obligan á disponer lo necesario para su defensa con suma brevedad; y porque una de las cosas que más lo dificulta es la falta que hay de armas, en particular para la caballería que se está levantando, por las muchas que de las fábricas y magacenes destos reinos se han sacado y son menester para las ocasiones presentes, aunque se ha prevenido mandando se traigan de fuera de España; y porque en tanto que llegan conviene socorrer esta necesidad, y he entendido tenéis algunas, os en-
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