Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/111

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
99
COMO GUSTÉIS.

padre desterrado, no debéis enseñarme á recordar ningún placer extraordinario.

Celia.—En esto veo que no me amas con tanta consagración como yo á ti. Si mi tío, tu desterrado padre, hubiese desterrado á tu tío, el duque mi padre, con tal de que hubieses permanecido á mi lado, yo habría podido enseñar á mi afecto á tomar á tu padre por mío; y así lo harías si la realidad de tu amor hacia mí fuera tan bien templada como la de mi amor por ti.

Rosalinda.—Bien. Olvidaré las circunstancias de mi posición, para regocijarme en la tuya.

Celia.—Sabes que mi padre no ha tenido ni es probable que tenga otros hijos que yo; y ciertamente, á su muerte, serás su heredera; porque lo que él tomó de tu padre por fuerza, te lo devolveré por afecto.—Te prometo por mi honor que lo haré, y sea yo convertida en un monstruo si quebranto mi juramento. Así, pues, mi dulce Rosalinda, mi querida Rosalinda, alégrate!

Rosalinda.—Lo haré en adelante, prima, é idearé pasatiempos. Veamos ¿qué pensaríais de improvisar unos amores?

Celia.—Excelente, y te ruego lo hagas para divertirte; pero no ames con todas veras á hombre alguno, ni te dejes llevar de ese juego tan allá que no puedas salir de él libre y con honra á costa de un honesto sonrojo.

Rosalinda.—Pues entonces ¿cuál ha de ser nuestro pasatiempo?

Celia.—Sentémonos, y con nuestras burlas echemos de su rueda á la buena matrona Fortuna, para que en adelante sus dones sean igualmente repartidos.

Rosalinda.—Desearía que así pudiera ser; porque sus favores están harto mal colocados; y la pródiga ciega se equivoca más á menudo en sus dádivas á mujeres.