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COMO GUSTÉIS.

nos. Es la moda. ¿Á qué mirar á ese quebrado, pobre y arruinado?»—Así con gran vehemencia destrozó la estructura del país, corte y ciudad, y aun nuestro presente género de vida; jurando que no somos más que usurpadores, tiranos y todo lo que hay de peor, en espantar á estos animales y matarlos en su propio y nativo albergue.

Duque.—¿Y estaba en tal meditación cuando le dejasteis?

Lord 2.º—Sí, mi señor; llorando y comentando sobre el quejumbroso ciervo.

Duque.—Mostradme el sitio. Pláceme escucharle en estos arranques repentinos, porque entonces está lleno de lucidez.

Lord 2.º—Os conduciré directamente hacia él.

(Salen.)
ESCENA II.
Cuarto en el palacio.
Entran el DUQUE FEDERICO, LORES y SÉQUITO.

Duque Federico.—¿Cómo es posible que ningún hombre las haya visto? No puede ser. Sin duda hay en mi corte algunos villanos que han consentido y cooperado en ello.

Lord 1.º—No puedo saber de persona alguna que la haya visto. Las señoras camareras suyas, la vieron acostarse en su lecho, y temprano en la mañana hallaron que faltaba de él el tesoro de su dueño.

Lord 2.º—Señor, también se echa de menos al bufón que tantas veces hizo reir á Vuestra Alteza. Hesperia, la dama de honor de la princesa, confiesa haber oído secretamente á vuestra hija y á su prima elogiar en extremo las cualidades y atractivos del luchador que poco há venció al robusto Carlos; y cree que