Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/154

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
138
COMO GUSTÉIS.

labios. Otra futileza. ¡Ea! Veamos mejor ejemplo.

Corino.—Y á menudo tenemos las manos embreadas con los remedios que aplicamos á nuestros rebaños. ¿Os gustaría besar brea? Las manos de los cortesanos están perfumadas con algalia.

Piedra.—¡Oh hombre insustancial! Eres comida de gusanos comparada con un buen pedazo de carne fresca.—Aprende de los sensatos y reflexiona. La algalia es de más baja estirpe que la brea: es una asquerosa secreción de un gato.—Vamos: mejora el ejemplo, pastor.

Corino.—Tenéis, como cortesano, demasiado ingenio para mí.—Me callaré.

Piedra.—¿Quieres condenarte, pues? Dios te valga, hombre superficial! Dios te abra la mollera, porque no sabes nada.

Corino.—Señor, soy un honrado labrador, que gano lo que como y lo que visto; que no aborrezco á nadie ni envidio la dicha de ningún hombre; que me alegro del bien de los demás y me resigno á mi propio daño; y mi mayor orgullo se reduce á ver pastar mis ovejas y amamantar mis corderos.

Piedra.—He ahí otro pecado de ignorancia en que caéis: juntar moruecos y ovejas, prometiéndoos ganar la vida por la cópula del ganado: servir de tercero á un carnero-guía, y sacrificar una ovejita de año entregándola á un morueco viejo, de patas torcidas, y de todos modos cornudo, faltando en ello á toda equidad y proporción. Si no te condenas por esto, á fe que no querrá coger nunca pastores el diablo. No veo por cuál otro motivo escaparías.

Corino.—Aquí viene el joven señor Ganimedes, el hermano de mi nueva ama.

(Entra Rosalinda, leyendo un papel.)

Rosalinda. No hay desde Oriente á Poniente
 joya como Rosalinda.