Jaques.—¿Quién mató al ciervo?
Lord 1.º—Yo, señor.
Jaques.—Presentémosle al duque como un conquistador romano; y no vendría mal el ponerle los cuernos del ciervo sobre la cabeza, como lauro de victoria. ¿No tenéis, montero, alguna canción adecuada al asunto?
Lord 2.º—Sí, señor.
Jaques.—Cantadla, y no importa que desafinéis, con tal que metáis bastante ruido.
Canción.
¿Qué dar al montero
que mató al venado?
Brindémosle el cuero;
los cuernos también,
para que con estos
adorne su sién,
y llevémosle en triunfo á su casa
y entonémosle así el parabién.
Coro.
No te avergüence llevar un cuerno:
naciste mucho más tarde que él.
De padre en hijo fué adorno eterno;
de suegro en yerno,
no hay más segura luna de miel.
¡Pues viva el cuerno!
¡Fuerte y lozano!
No lo desprecies,
llévalo, hermano!