Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/198

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
180
COMO GUSTÉIS.

junto con todas las rentas que fueron del anciano sir Rowland, y yo viviré y moriré aquí como pastor.

(Entra Rosalinda.)

Orlando.—Tenéis mi consentimiento. Que sean mañana las nupcias. Á ellas invitaré al duque y á todos sus joviales secuaces. Id á preparar á Aliena, pues he aquí que llega Rosalinda.

Rosalinda.—Dios os guarde, hermano.

Oliverio.—Y á vos, hermosa hermana.

Rosalinda.—¡Oh mi querido Orlando! ¡Cuánto me duele verte llevar vendado el corazón!

Orlando.—Es mi brazo.

Rosalinda.—Pensé que las garras de la leona te habían herido el corazón.

Orlando.—Muy herido está; pena por los ojos de una dama.

Rosalinda.—¿Díjote tu hermano cómo fingí desmayarme cuando me mostró tu pañuelo?

Orlando.—Sí, y aun prodigios mayores que ese.

Rosalinda.—Ya sé lo que queréis decir. Y en verdad que jamás hubo cosa tan repentina, á no ser el choque de dos carneros, y la famosa baladronada de César: «vine, ví, vencí.» Porque todo fué encontrarse vuestro hermano con mi hermana, cuando se vieron; apenas se vieron se amaron; no bien nació este amor, se dieron á suspirar; al primer suspiro se preguntaron el por qué; y en el instante de saberlo, buscaron el remedio; de modo que escalón por escalón han subido así un par de escaleras hacia el piso del matrimonio. Y lo escalarán incontinenti, so pena de ser incontinentes antes de entrar en él. Están en una verdadera furia de amor y quieren unirse. No los apartarán ni á garrotazos.

Orlando.—Se casarán mañana, é invitaré al duque á la boda. Pero ¡ay! ¡qué dura cosa es mirar la felicidad por la vista de otros hombres! Tanto mas sentiré