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COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

Adriana.—No hay sino los asnos que se dejan embridar así.

Luciana.—Una libertad obstinada es herida por la desgracia. Nada existe bajo el cielo, sobre la tierra, en el mar y en el firmamento, que no tenga sus límites.—Entre los animales, los peces y los pájaros alados, dominan los machos, y los demás están sujetos á su autoridad; los hombres, más cercanos de la divinidad, dueños de todas esas criaturas, soberanos del ancho mundo y de los vastos y turbulentos mares, dotados de alma y de inteligencia, de un rango más elevado que los peces y los pájaros, son los dueños de sus esposas y sus señores. Que vuestra voluntad sea, pues, sometida á sus acuerdos.

Adriana.—¿Es esta esclavitud lo que os impide casaros?

Luciana.—No, no es eso, sino los inconvenientes del lecho conyugal.

Adriana.—Pero, si fueses casada, sería necesario soportar la autoridad.

Luciana.—Antes de aprender á amar, quiero acostumbrarme á obedecer.