Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/231

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
213
COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

Antífolo.—¡Pues qué! has dicho ahora poco que los hombres de abundantes cabellos son buenas gentes sin ingenio.

Dromio.—Cuanto más simple es un hombre, tanto más pronto los pierde. Sin embargo, los pierde con una especie de alegría.

Antífolo.—¿Por qué razón?

Dromio.—Por dos razones, y dos buenas.

Antífolo.—Te ruego no digas buenas.

Dromio.—Entonces por dos razones seguras.

Antífolo.—No, no seguras, en una cosa falsa.

Dromio.—Entonces por dos razones ciertas.

Antífolo.—Preséntalas.

Dromio.—Una, para economizar el dinero que le costarían sus rizos; otra, á fin de que en la comida sus cabellos no caigan en la sopa.

Antífolo.—Deberías haber probado en todo este tiempo que no hay tiempo para todo.

Dromio.—Y así lo he hecho, señor, probando que no hay tiempo para recobrar los cabellos que se han perdido naturalmente.

Antífolo.—Pero no has dado una razón sólida para probar que no hay tiempo alguno para recobrarlos.

Dromio.—Voy á remediarlo de este modo. El Tiempo mismo es calvo; así, pues, hasta el fin del mundo tendrá un séquito de hombres calvos.

Antífolo.—Sabía que la conclusión sería calva. Pero despacio, ¿quién nos hace señas allá abajo?

(Entran Adriana y Luciana.)

Adriana.—Sí, sí, Antífolo; tienes una expresión extraña y adusta: guardas tus dulces miradas para alguna otra querida: no soy más tu Adriana, tu esposa. Hubo un tiempo en que sin exigírtelo jurabas que ninguna habla era una música á tu oído sino el sonido de mi voz; ningún objeto tan encantador á tus ojos como mis miradas; ningún tacto más lisonjero para