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COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

¿Hay algún barco que salga esta noche? ¿Podemos partir?

Dromio.—Sí, señor; he venido á daros la respuesta hace una hora; la barca Expedición partirá esta noche; pero estabais impedido por el sargento y obligado á retardaros más allá del tiempo fijado. He aquí los dineros que me habéis mandado á buscar para libertaros.

Antífolo.—Este mozo está loco y yo también; no hacemos sino errar de ilusiones en ilusiones. ¡Que alguna santa protección nos saque de aquí!

La cortesana.—¡Ah! ¡Cuánto me alegro de encontraros, señor Antífolo! Veo que habéis, en fin, hallado al platero: ¿es esa la cadena que me prometísteis hoy?

Antífolo.—¡Atrás, Satanás! Te prohibo tentarme.

Dromio.—Señor, ¿es esta la señora de Satanás?

Antífolo.—Es el demonio.

Dromio.—Es aún peor, es la señora del demonio; y viene aquí bajo la forma de una moza ligera de cascos; y por esto las muchachas dicen: ¡Dios me condene! lo cual significa: ¡Dios me haga una moza de la vida airada! Está escrito que se aparecen á los hombres como ángeles de luz. La luz es un efecto del fuego y el fuego quema. Ergo, las mozas de placer quemarán; no os aproximéis á ella.

La cortesana.—¡Vuestro criado y vos, señor, estáis de un humor maravilloso. ¿Queréis venir conmigo? Recobraremos aquí la comida que no hemos podido tomar en casa.

Dromio.—Amo, si debéis probar la sopa, pedid de antemano una cuchara larga.

Antífolo.—¿Pues para qué, Dromio?

Dromio.—Verdaderamente, es menester una cuchara larga al hombre que debe comer con el diablo.

Antífolo.—(A la cortesana.) ¡Atrás, pues, demonio!