Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/269

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
247
COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

Dromio.—Sin mentir, os ha dicho injurias ella misma.

Antífolo.—¿Su cocinera no me ha insultado, zaherido, despreciado?

Dromio.—Cierto, lo ha hecho: la vestal de la cocina os ha rechazado injuriosamente.

Antífolo.—¿Y no me he ido todo enagenado de ira?

Dromio.—En verdad, nada más cierto: mis huesos son testigos de ello, que han sentido desde entonces toda la fuerza de esta rabia.

Adriana.—(A Dromio.) ¿Es bueno darle razón en sus contradicciones?

Pinch.—No hay mal en eso: este mozo conoce su humor y cediendo le lisonjea en su frenesí.

Antífolo.—Has conquistado al platero para hacerme prender.

Adriana.—¡Ay! al contrario: os he mandado dinero para rescataros, por mano de Dromio que, vedle aquí, había corrido á buscarle.

Dromio.—¿Dinero? ¿Por mi mano? Buen corazón y buena voluntad, podría ser; pero ciertamente, mi amo, ni una partícula de dinero.

Antífolo.—¿No has ido á encontrarla para pedirle una bolsa de ducados?

Adriana.—Ha venido y se la he entregado.

Luciana.—Y yo soy testigo de que se la entregó.

Dromio.—Dios y el cordelero me son testigos de que no se me ha mandado á buscar otra cosa que un pedazo de soga.

Pinch.—Señora, el amo y el criado están poseídos ambos. Lo veo en sus semblantes pálidos y cadavéricos. Es necesario atarlos y ponerlos en algún cuarto oscuro.

Antífolo.—Responded; ¿por qué me habéis cerrado la puerta hoy? Y tú, (á Dromio) ¿por qué niegas la bolsa de oro que te han dado?