Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/271

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
249
COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

Dromio.—Amo, heme aquí apresado por causa de vos.

Antífolo.—¡Enhoramala para ti, bandido! ¿Por qué me haces encolerizar?

Dromio.—¿Queréis, pues, que os amarren por nada? Sed loco, amo; gritad, el diablo...

Luciana.—¡Dios les asista, pobres almas! ¡Cómo desvarían!

Adriana.—Vamos, sacadle de aquí. Venid conmigo, hermana. (Salen Pinch, Antífolo, Dromio, etc.—Al oficial.) Decidme, ahora, ¿á requisición de quién está preso?

El oficial.—Sobre la demanda de un tal Angelo, un platero. ¿Le conocéis?

Adriana.—Le conozco. ¿Qué cantidad le debe?

El oficial.—Doscientos ducados.

Adriana.—¿Y por qué se los debe?

El oficial.—Es el valor de una cadena que vuestro esposo ha recibido de él.

Adriana.—Había encargado una cadena para mí, pero no se le ha entregado.

La cortesana.—Cuando vuestro esposo, todo enfurecido, vino hoy á mi casa, se llevó mi sortija, que he visto en su dedo, hace poco, y momentos después le he encontrado con mi cadena.

Adriana.—Eso puede muy bien ser; pero no la he visto nunca. Venid, alcaide, conducidme á casa del platero. Estoy impaciente por saber la verdad de esto con todos sus detalles. (Entran Antífolo de Siracusa con la espada desnuda y Dromio de Siracusa.)

Luciana.—¡Oh Dios, tened piedad de nosotros! ¡Heles aquí de nuevo en libertad!

Adriana.—¡Y vienen con la espada desnuda! ¡Pidamos socorro, para hacerlos amarrar de nuevo!

El oficial.—Escapémonos; nos matarían.

(Huyen.)